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domingo, 5 de abril de 2009

Reproducción responsable

Pensar en la posibilidad de procrear un hijo, no se limita en la idea de tener un lindo bebé con el hombre ideal, en la casa ideal y con la solvencia económica ideal. La realidad resulta ser más fría que eso, y la realidad no es positiva ni negativa, simplemente es.

La primera razón para pensar en tener un hijo nace del instinto natural por convertirse en madre. Entonces comienza la carrera contra reloj. Las mujeres que entran a los 25, se podría decir, que son potenciales candidatas a ser mamás, y con novio o no, casadas o solteras, comienzan a pensar en esa posibilidad, porque socialmente y físicamente ya están listas para ser mamás. Sin embargo, mientras más proyectos, mientras más ganas de vivir y conocer el mundo se tienen, resulta que el deseo por tener un hijo se va relegando ante la posibilidad de llevar a cabo todos esos planes maravillosos.

Las ganas no se van, simplemente se reservan para un mejor momento.

Otro argumento es el hecho de querer ser mejores personas para poder educar a un nuevo ser humano. Es muy valido querer ser mejor para transmitirle lo mejor a un hijo, pero eso nos lleva al hecho de que, ser mejor, nos puede llevar toda la vida. Es simplemente sentirse listo o no.

La Constitución Política de México, en su artículo cuarto de las Garantías Individuales, dice, “toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos. Toda persona tiene derecho a la protección de la salud".

Todos tenemos derecho a decidir libremente si se tienen hijos o no y el número de ellos, pero por otro lado, acaso se violaría la Constitución si en ese ejercicio de libertad, se decide tener hijos de manera irresponsable y desinformada.

Tan sólo en los últimos siete años se ha incrementado en un 10.6% los embarazos en adolescentes de 12 a 18 años de edad, principalmente por el desconocimiento del uso adecuado de anticonceptivos, generado de los prejuicios sociales. De acuerdo con reportes oficiales, hay 180 mil 408 niñas y jóvenes que están embarazadas o ya son madres.

Incluso organismos mundiales como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial han advertido sobre el problema social y económico que esta ola de maternidades tempranas, pueden provocar.

En México, los focos rojos se ubican en el Estado de México, Chiapas, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guerrero, Michoacán, Guanajuato, el Distrito Federal y Chihuahua, entidades que concentran al mayor número de adolescentes con embarazos tempranos o que se convirtieron en madres durante su estancia en la primaria o secundaria. Los estados con menos incidencia en ese rubro son Baja California Sur, Colima y Tlaxcala.

En el caso contrario, las parejas de adultos y adultos jóvenes están retrasando la edad para tener hijos, debido principalmente a la incertidumbre económica que se vivirá este año en el país, por lo que esta comprobado históricamente que durante periodos caracterizados por una recesión, se posterga la edad de inicio de las uniones conyugales y “con ello se disminuye el periodo de exposición a la concepción, lo que propicia el retardo del nacimiento del primogénito”, según reveló un estudio realizado por Carlos Welti Chanes, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y presidente del Consejo de Administración de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar.

¿Será que nuestros padres se habrán cuestionado este tipo de cosas?, probablemente no. Con todo respeto para ellos; si con todo y su precocidad y falta de prevención lograron formar personas con algún propósito en la vida, qué podría hacer una sociedad que se ocupe seriamente de las futuras generaciones, incluso antes de pensar en el hecho de un embarazo.

La perfección no existe, es un camino a seguir todos los días, sin embargo, el margen de error puede ser menor, si se toma con mayor responsabilidad la maternidad. Si se dejan de tener bebés por ocuparse en algo mientras el esposo trabaja, o porque necesita un hermanito, por salvar la relación, por no estar sola, por que todas tienen uno y yo no, porque me mantengan.

El deseo de convertirse en madre debe ser una decisión responsable e informada, con plena convicción de tener lo mínimo necesario para educar y guiar a un hijo a su pleno desarrollo, sin bien no todos los factores externos pueden ser controlados, como las recesiones económicas, el calentamiento global, la guerras, el narcotráfico entre otros; si podemos prepararnos con anticipación, para recibir en las mejores condiciones a un nuevo ser humano. Porque al final del camino, lo que estamos formando son a las nuevas generaciones, de un mundo cada vez más deteriorado, bien valdría la pena intentar darles las mejores herramientas para vivir en él.